#27 Vecindario!
Muchos relatos de la literatura y el cine nos ofrecen alucinantes figuraciones de arquitecturas maravillosas: La ciudad esmeralda en “El Mago de Hoz”, con sus torres de jade y su intimidante puerta de entrada, la diminuta y atribulada "Lilliput" a la que Gulliver engrandece de alguna manera o la “Estrella de la muerte”, una temible estación espacial tan grande como un planeta pequeño.
Pero también los grabados del fabuloso artista Escher nos asoman a una dimensión en la que las arquitecturas y los objetos que conocemos actúan de maneras extrañas: las columnas se extravían, las escaleras se invierten y los techos hacen a la vez de pisos y viceversa.
El expresionismo alemán, para lograr un clima enrarecido y de alta tensión, pobló a sus pinturas con líneas y planos oblícuos.
En la clase del último sábado, cada uno de estos ejemplos actuó como estímulo para la actividad a realizar. Nos percatamos de las astucias visuales de las imágenes que proyectamos y, en otro orden de cosas, advertimos que si bien todos tenemos un héroe, una heroína, un villano y un monstruo favoritos ya era hora de inventar uno.
Relajándonos un poco para comenzar a palpitar al inminente verano y sus prometedoras vacaciones, nos sumergimos en una consigna que requirió sólo de nuestra fantasía e imaginación.
Y así, con cola y cartón, dimos a luz un curioso vecindario donde cada hogar pareciera responder a leyes propias pero en el que los vecinos se visitan a diario a través de sus amigables escalerillas.
El expresionismo alemán, para lograr un clima enrarecido y de alta tensión, pobló a sus pinturas con líneas y planos oblícuos.
En la clase del último sábado, cada uno de estos ejemplos actuó como estímulo para la actividad a realizar. Nos percatamos de las astucias visuales de las imágenes que proyectamos y, en otro orden de cosas, advertimos que si bien todos tenemos un héroe, una heroína, un villano y un monstruo favoritos ya era hora de inventar uno.
Relajándonos un poco para comenzar a palpitar al inminente verano y sus prometedoras vacaciones, nos sumergimos en una consigna que requirió sólo de nuestra fantasía e imaginación.
Y así, con cola y cartón, dimos a luz un curioso vecindario donde cada hogar pareciera responder a leyes propias pero en el que los vecinos se visitan a diario a través de sus amigables escalerillas.
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