#6 Cavernícolas!
Preguntarnos por la primera habitación del
hombre nos obligó a retroceder en el tiempo hasta dar con aquel paisaje
congelado de la era glacial dominado por los enormes mammuts y los temibles
tigres de dientes de sable.
Por aquellas épocas, a la conquista del mundo
iba, ya completamente erguido, un peludo protohombre cuya presencia y modales
dejaban mucho que desear pero que era poseedor de una flamante inteligencia que le
permitió, no sin sobresaltos, comprender el misterio del fuego, domesticar animales
y cultivar la tierra.
Fue en las cavernas donde nuestro ancestro sintió por primera vez el calor del hogar.
Fue en las cavernas donde nuestro ancestro sintió por primera vez el calor del hogar.
Guarecido por semejante mole de roca, y con la
panza llena, dedicó sus horas libres a repartir roles y tareas a un grupo familiar
que se volvía cada vez más numeroso.
Entre todas ellas hemos destacado a la de los
pintores y los joyeros y nos hemos dedicado a hilvanar roco-collares y a
decorar a punta de carbonilla las paredes de nuestra sala de educación con
representaciones de todo aquello que formaba parte de sus vidas (y alguna de la nuestra) emulando aquel chispazo de cultura que llevó a nuestros
remotos antepasados a dibujarse a sí mismos como un primer paso de las muchas
cosas que iban a venir.
Uga-Uga!
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